John McCain, candidato del pasado Terrorista

by Luis Agüero Wagner Saturday, Nov. 01, 2008 at 8:14 AM
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La entrevista de McCain con el dictador Pinochet, hecha pública en simultáneo con la visita del obispo Fernando Lugo a su compañero de trabajo George W. Bush, han dejado en claro quién representa todo lo malo del pasado Terrorista del Imperio.

La entrevista de McCain con el dictador Pinochet, hecha pública en simultáneo con la visita del obispo Fernando Lugo a su compañero de trabajo George W. Bush, han dejado en claro quién representa en estas elecciones de noviembre todo lo malo del pasado Terrorista del Imperio.

El escritor, filósofo y crítico artístico estadounidense Harold Rosenberg, conocido por acuñar la definición de arte abstracto y teorizar sobre el expresionismo, calificó alguna vez la guerra fría como una batalla donde con falsedades se luchaba por intereses verdaderos.

Es conocido el papel de la CIA en el derrocamiento de líderes populares para instalar en el poder a tiranos criminales en todas las latitudes, rol prolíficamente documentado en casos como Irán, Guatemala, Chile, entre tantos otros.

Un hecho llamativo del encuentro Pinochet-McCain es que se realizó en el mismo momento en que Estados Unidos presionaba para extraditar a los involucrados en el asesinato de Orlando Letelier(1), durante el año 1985.



Un documento desclasificado habla de acciones en la sombra, de la Operación Cóndor, y de la inacción y omisiones de los diplomáticos y el gobierno de Estados Unidos para detener el brutal atentado terrorista que sacudiría la misma capital del Imperio. El documento está fechado el 18 de agosto de 1976 en el Departamento de Estado, firmado ARA/ECA: RL ZIMMERMAN/ARA: RLZIMMERMAN/ARA:WHL UERS:JLP, y despachado inmediato a Buenos Aires, Montevideo, Santiago, Brasilia, Asunción.

Se sabe que McCain no se reunió con ningún opositor, no hizo declaraciones a ningún medio y no reveló a nadie su estadía en Santiago, acaecida apenas unos días antes del arribo a Chile del senador Edward Kennedy para apoyar la transición democrática.

El hecho recuerda las reuniones reservadas que mantenía Vernon Walters con el dictador Alfredo Stroessner, a quien visitaba en Asunción, cuando ya el mismo Ronald Reagan hacía públicas declaraciones contra la dictadura en Paraguay.

¿A quién buscaban encubrir Pinochet y John McCain?(2)

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EL PASADO TERRORISTA

Desde su nacimiento en 1947, la CIA estructuró un extendido entramado de agentes y estrategas políticos apoyado por los grandes monopolios y enlazado con las universidades de la Liga de la Hiedra, el elitista conjunto de las universidades del Noroeste estadounidense. Este conglomerado de talentos e intereses siniestros cuyo principal adversario estaba identificado en la expansión comunista se abocó con eficacia a promover los ideales acordes a sus pretensiones en una suerte de nueva era de la ilustración, que sería conocido como “El Siglo Americano”, y en cuya segunda edición trabajan los republicanos con el candidato de ese pasado que el mundo quiere olvidar, John McCain.

Aunque en forma involuntaria, la mayoría de los más destacados intelectuales, artistas y comunicadores del mundo se vincularon a este objetivo velado que patrocinó operativos culturales sin escatimar recursos, doblegando a todas las corrientes que le salieran al paso. Así surgieron congresos por la Libertad Cultural, como el instalado en París en 1950, y tantas otras conferencias de pensadores que unificaron sus esfuerzos en aras de la hegemonía cultural norteamericana en el mundo.

En el Cono Sur americano la praxis genocida y los postulados teóricos se acrisolaron en compendios de falsedades difundidos por los intereses tangibles de Washington.

En los países que vincularon las dictaduras genocidas en el siniestro Operativo Cóndor, estas ideas fueron sintetizadas e instrumentadas en la denominada “Doctina de la Seguridad Nacional”, serie de juicios parciales y medias verdades con las que se justificaban medidas radicales contra la insurrección en Latinoamérica.

La doctrina propagó una visión difusa y ampliada del enemigo, incluyendo en la misma bolsa tanto a combatientes guerrilleros o terroristas rebeldes como a intelectuales que propagaban ideas “peligrosas”, lo cual dio un verdadero cheque en blanco a Pinochet, Videla, Stroessner y otros tantos para negar los más elementales derechos a quienes cuestionaban sus abusos de poder.

Una doctrina que llevaba en sí misma la diabólica perversión de fatales sofismas sirvió así para perseguir sin piedad a pensadores, pedagogos y universitarios considerados seres viles y apóstoles de la maldad que no merecían ninguna compasión.

Esta doctina que justificó atrocidades inimaginables alcanzó en Paraguay al educador Martín Almada, quien realizando estudios de pedagogía en la Universidad de La Plata tuvo un encuentro casual en esa ciudad de la Argentina con el agregado militar de la República Argentina en Paraguay, coronel Juan Carlos Moreno. El militar argentino retirado era en ese entonces “asesor” del Rector de la Universidad, un personaje que también se encontraba vinculado a las universidades del Brasil manejadas también en ese tiempo por los militares.

Tres décadas más tarde el descubridor de los archivos del Terror (Almada), comprobó que había sido Moreno quien gentilmente acercó al dictador paraguayo Alfredo Stroessner un ejemplar de su tesis “Paraguay: Educación y Dependencia”



Inspirado en la educación liberadora de Paulo Freire, la tesis de Almada enfatizaba el papel alienante del sistema educativo paraguayo en beneficio de los intereses oligárquicos vinculados a los centros de poder imperialista, y abogaba por mayor independencia en ese sentido. Hubiera sido una temeridad hablar de una cuestión así en Paraguay, donde la sola mención de alguna terminología de raíz marxista - en este caso la “dependencia”- significaba un viaje asegurado a la cárcel, el exilio o el cementerio. Pero el educador pensaba que se encontraba libre de tales consecuencias en una afamada universidad de un país mucho más evolucionado y culto que el Paraguay.



El problema es que ese país se encontraba en “proceso” de reorganización nacional. Un verdadero comité internacional de agentes de inteligencia integrado por brasileños, argentinos, chilenos, uruguayos, bolivianos y paraguayos desfilaron por la mazmorra donde torturaron a Almada por un mes, cada uno de ellos intentando relacionarlo con alguna actividad subversiva de su respectivo país. Luego de aclarar dudas, lo enviaron a rendir cuentas al Tiranosaurio Stroessner, quien ordenó confiscarle los bienes y lo mantuvo en la cárcel por tres años, al cabo de los cuales obtuvo asilo político y partió a un largo exilio que duró 15 años.

LOS ARCHIVOS DEL TERROR

El premio Nóbel alternativo y responsable del hallazgo de los archivos del Terror, Martín Almada encontró esta semana documentos restantes que faltaban para completar los Archivos del Terror. Señaló que con ello se completará la lista de torturadores y delatores de la dictadura de Alfredo Stroessner.

Paraguay (3) constituyó una ficha clave dentro de la internacional del Terror, verdad incontrastable muy familiar a quienes han penetrado en los secretos del Operativo Cóndor

El nuevo hallazgo de Almada contiene entre otros papeles, planillas de liquidación de sueldos de la Caja Fiscal de Sueldos, desde 1954 a 1989.



Almada comentó que todo lo encontrado será puesto a la disposición de la justicia de países regionales y a jueces europeos, para su investigación. Dijo también que con esto, se amplía la información del Operativo Cóndor, y se alimenta la memoria sobre maniobras en la oscuridad que muchos poderosos en Paraguay y América Latina desearían permanezcan en el olvido. Sin lugar a dudas, la desmemoria sería facilitada de triunfar este martes el candidato del pasado terrorista, John McCain.



NOTAS

(1)La trama del asesinato de Orlando Letelier en Washington se inicia en la capital de Chile, en junio de 1976. El agente de la DINA Michael Tonwley y el Teniente Armando Fernández Larios fueron convocados por el director de operaciones de la DINA, el coronel Pedro Espinoza, quien les habló por primera vez de la ejecución de Letelier, quien estaba cortando vitales créditos al dictador chileno. Fue asignada para acompañarlos una agente de la sección femenina de la DINA, Liliana Walker.

Para disimular, viajarían con pasaportes paraguayos, algo que se había conversado personalmente entre Stroessner y Pinochet.

Al llegar al Paraguay, los agentes chilenos se desencontraron con el principal coordinador paraguayo del Cóndor, el general Guanes Serrano, por lo que la inteligencia chilena recurrió al jefe de ceremonias del dictador Stroessner, Conrado Pappalardo, quien gestionó los pasaportes, entregados a los asesinos el 27 de julio.



Fue también esta persona quien intercedió ante la embajada norteamericana de Asunción para obtener visados, explicando al embajador Landau que los documentos encubrían a dos chilenos que tenían una importante reunión en Estados Unidos con el director adjunto de la CIA, Vernon Walter, gran amigo de Stroessner.



(2) Uno de los documentos que vio la luz en el año 2000, muestra cómo Pinochet personalmente pidió al dictador Stroessner, de Paraguay, que emitiera pasaportes con nombres falsos para Michael V.Townley y Armando Fernández Larios. Estos dos individuos eran agentes de la DINA (policía política chilena) que posteriormente se declararían culpables del atentado mortal contra el ex canciller de Salvador Allende, Orlando Letelier, cometido en Washington el 11 de septiembre de 1976, exactamente tres años después del golpe de Pinochet.



(3) Paraguay fue clave en la desestabilización de Salvador Allende. En el proceso, traficó profusa información de inteligencia militar (II Departamento), Relaciones Exteriores y la estación de la CIA en Asunción valiéndose de la embajada paraguaya en Santiago, relativas a divergencias y alianzas políticas que puedan resultar útiles para la tarea desestabilizadora. La embajada paraguaya en Buenos Aires aportó vitales datos, que fueron procesados en Langley, antes de ser remitidas a las instancias decisivas. En segundo término, se inició un voluminoso flujo bancario entre Asunción y Santiago, dinero que se utilizó para financiar huelgas, sobornar autoridades civiles y militares, políticos, empresarios, sindicalistas y organizaciones paramilitares. El flujo se agudizó durante el mes de agosto de 1973, siendo vital el desempeño del general Roberto Viaux quien se hallaba exiliado en Paraguay luego de encabezar, el 21 de octubre de 1969, una sublevación de miembros del Ejército chileno, episodio que fue conocido como el "El Tacnazo".



Finalmente, como es regla, los aeropuertos de Paraguay fueron cedidos al Pentágono como soporte de apoyo logística a Chile, incrementándose inusualmente el tráfico aéreo entre Panamá-Asunción-Chile, con equipos de comunicaciones, armas y pertrechos destinados a los complotados contra el gobierno constitucional. Las tareas en Asunción fueron coordinadas por un coronel de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, William Meyer.

El golpe que estaba en curso desde que Nixon y Kissinger lo habían decretado, finalmente se produjo el 11 de septiembre de 1973. Pinochet, hombre agradecido, hizo su primer viaje como jefe de estado chileno tomando como destino al Paraguay, donde personalmente expresó su gratitud a Stroessner por los servicios prestados. Le entregó la distinción de General Honoris Causa del Ejército chileno.

Desafortunadamente el tutor de ambos, Richard Nixon, no tuvo tiempo de unirse al festejo. Se encontraba asediado ya por las investigaciones relativas al escándalo del Hotel Watergate, que lo obligó a dimitir tres meses después.



Original: John McCain, candidato del pasado Terrorista