El descubrimiento de America y la Guerra del Paraguay

by Luis Agüero Wagner Sunday, Oct. 12, 2008 at 6:31 PM
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A casi 72 años de haberse descolonizado la historia paraguaya, un 12 de octubre de 1936, el obispo Fernando Lugo estuvo a punto de nombrar canciller a una cultivadora de la his-toriografía colonizada

El descubrimiento de...
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El 12 de Octubre de 1936 fueron trasladados al panteón Nacional de los héroes de la capital paraguaya los restos del Mariscal Francisco Solano López, coronando un proceso de desco-lonización de la historiografía impuesta al Paraguay por la barbarie genocida del mitrismo.

Solano López es el héroe y mártir paraguayo de una guerra en la que el Paraguay enfrentó a Brasil, Argentina y Uruguay financiados por Inglaterra, que inspiró y sufragó el conflicto en busca de ventajas arancelarias y expandir su filosofía librecambista.

El detonante fue una guerra civil entre los colorados de Venancio Flores y los blancos de Atanasio Aguirre, en la que Bartolomé Mitre y la diplomacia británica actuaban de fuelle con armas y créditos, y en la que se había envuelto la marina brasileña.

El partido blanco uruguayo era aliado de Solano López y cuando Flores sitió la ciudad uru-guaya de Paysandú -con el apoyo de Brasil- Solano López decidió intervenir con sus tropas y ocupó Corrientes, de tal suerte a incitar a las provincias mediterráneas argentinas a defen-der sus economías de tierra adentro. Los aliados naturales del Paraguay nacionalista eran el gauchaje argentino y oriental, que a su vez eran oprimidos por el enemigo común: el impe-rialismo inglés, que contaba con la obsecuencia del soberbio y lejano puerto de Buenos Aires, la anglofilia de su oligarquía, y la monarquía esclavista del Brasil.

La guerra fue financiada de principio a fin por los banqueros ingleses, sin cuya asistencia a los comerciantes porteños que lucraron con el genocidio, jamás se hubiera producido. En el bando porteño quedaron las inmensas fortunas de las aves negras que recibieron créditos a manos llenas de los Rostchild, los Baring y el Banco de Londres.

El embajador Edward Thornton participaba de las reuniones del gabinete del mismo dicta-dor argentino Bartolomé Mitre en las que se decidiría la trágica suerte del Paraguay, como una voz sagrada imposible de ignorar.

LA REIVINDICACIÓN

La reivindicación de López fue obra del gobierno revolucionario del Coronel Rafael Fran-co, legendario guerrero de la guerra paraguayo-boliviana entre 1932 y 1935, también sufra-gada por el imperialismo, en este caso petrolero. Una disputa regional entre la Standard Oil y la Shell encendió la mecha, y cien mil paraguayos y bolivianos fueron enviados al mata-dero. Lógicamente, no eran los dos países más miserables de América del Sur quienes habrían de oponerse a su majestad el dólar.

AL influjo patriótico de la guerra victoriosa recién finalizada, el 1º de marzo de 1936, por decreto ley nº 66 se reivindicó históricamente la figura de Francisco Solano López, desa-fiando a los auto-proclamados tutores del Paraguay, Argentina y Brasil.

El dominio neocolonial inglés había alimentado, con respecto a López, la leyenda negra del “bárbaro tirano”.

“La tarea de reconstrucción nacional-decía el decreto- conlleva antes que nada un fenóme-no moral que debe tener su etapa propia”.

Una ironía del destino quiso que las disposiciones del decreto descolonizador de la histo-riografía paraguaya se cumplieran un 12 de Octubre de 1936, el mismo día que se conme-moraban 444 años de la llegada de los europeos a playas americanas. Es que para esa fecha estuvo listo el Panteón Nacional de los Héroes de Paraguay para recibir los restos de los héroes paraguayos caídos en Cerro Corá, batalla final de la guerra del Paraguay, acaecida el 1º de marzo de 1870.

La duración del gobierno nacionalista y revolucionario, como todas las cosas buenas, duró muy poco en Paraguay. La potencia imperante hasta entonces, el imperio Británico, no vio con buenos ojos el restablecimiento del pensamiento autónomo en un país cuya indepen-dencia se había decidido a destruir medio siglo atrás.

Quedaron en la Cámara de los comunes de la Inglaterra de ese tiempo, las palabras de alarma de Clement Attlee, con respecto al Paraguay:

“Ni Inglaterra, ni Brasil ni Argentina, podrán temer al ejército paraguayo reducido y mal armado, pero sí temen y con razón al contagio, puesto que el Paraguay, poblado todavía por razas puras guaraníes. Esta razón explica la guerra de 1865 y la intervención en ésta de In-glaterra… Y debe establecerse como axioma, que el Paraguay llega a realizar su re-volución social y política esbozada en el último levantamiento del 17 de febrero (1936), se desencadenará igual proceso de acontecimientos que en 1865”.

Poco más de un año duró la revolución. Cuando finalmente el gobierno de Franco fue de-rrocado en agosto de 1937, el representante de una potencia en vertiginoso ascenso, el mi-nistro norteamericano Finley Butch Howard, informó aliviado al Departamento de estado que afortunadamente “el pensamiento sobrio había sido restaurado en Paraguay con la caída de Rafael Franco, a quien acompañaban hombres con tendencias claramente radicales”. LAW

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Original: El descubrimiento de America y la Guerra del Paraguay