Rockefeller y sus negocios con Stroessner

by Luis Agüero Wagner Tuesday, Sep. 30, 2008 at 8:32 AM
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La Standard Oil de New Jersey, fundada en 1870 por John D. Rockefeller, fue por mucho tiempo la mas poderosa y temida empresa del mundo capitalista

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Dos países miserables, expoliados y mediterráneos se vieron enfrentados de 1932 a 1935 en lo que alguien llamó "guerra de los soldados desnudos". Fue la última guerra de Sudamérica, la más absurda de todas, y coronada por el epílogo más injusto.

En la madrugada del 9 de julio de 1938, un acuerdo secreto para que Bolivia y por su intermedio, la Standard Oil company, preservaran la zona petrolífera del Chaco, fue firmado en Buenos Aires.

El territorio había sido arrebatado por el Paraguay en la guerra que enfrentó a paraguayos y bolivianos entre 1932 y 1935, una matanza inspirada y sufragada por los intereses de la empresa de Rockefeller, según lo denunciara el senador Huey Long en el Congreso de Washington.

El documento secreto se salvó para la historia porque el secretario de la embajada norteamericana en Buenos Aires, Allen Haden, envió una copia a sus superiores del Departamento de Estado. Años después, el historiador Leslie Rout lo publicó en su Tesis presentada en la Universidad de Michigan, y la obra terminó editada en Texas.

De esta manera los paraguayos se enteraron, varias décadas después de los hechos, que los pozos petrolíferos que habían arrebatado a su ocasional enemigo en una guerra a un alto costo de sangre y muerte, había quedado finalmente en manos de la misma empresa que pagara con créditos la movilización bélica boliviana.

SIEMPRE EL PETRÓLEO


La Standard Oil de New Jersey, fundada en 1870 por John D. Rockefeller, fue por mucho tiempo la mas poderosa y temida empresa del mundo capitalista. Su historia es una extensa crónica de hazañas malignas y rotundas infamias.


Dos años antes de sufragar la guerra del Chaco, había participado en el derrocamiento de Hipólito Irigoyen en Argentina cuando se disponía a nacionalizar el petróleo. Lo mismo sucedería en la década siguiente con Ramón Castillo.


Entre 1939 y 1942 la Standard Oil decretó un embargo contra México, a raíz de la nacionalización de las empresas efectuada por el presidente Lázaro Cárdenas. En 1949 la misma empresa interpuso veto a un préstamo que EUA estaba a punto de conceder a México, y años después hizo lo mismo con un crédito del BID.


En Setiembre de 1955, el caudillo argentino Juan Domingo Perón marchó al exilio cuando el Congreso estaba por aprobar una concesión a la California Oil Company. Pocos años después, la empresa de Rockefeller desempeñó un papel decisivo para precipitar el embargo que sufre Cuba, pues al negarse a refinar petróleo soviético forzó al gobierno de la isla a nacionalizar el negocio petrolero.


Arturo Illía anuló las concesiones hechas a las petroleras de EUA entre 1960 y 1962, firmadas por Frodizi, y fue derrocado en 1966 por Onganía, quien reparó el impasse al año siguiente.

El negocio petrolero también jugó un papel preponderante para la desnacionalización de la petroquímica durante la dictadura militar brasileña, impuesta por EUA en 1964 por medio de la Operación Brother Sam.


La Standard Oil también se involucró, según Georgia Anne Geyer, en el uso de armas químicas contra la guerrilla peruana. El ejército del Perú regó con NAPALM algunas zonas guerrilleras, en 1965, ya había sido la Internacional Petróleum Co., filial de la Standard Oil, quien les había proporcionado la gasolina y el Know How para que elaboraran las bombas en la base aérea de Las Palmas, cerca de Lima.


Y si del presente se trata, no es ningún secreto que los intereses petroleros son grandes protagonistas en las campañas de desestabilización que sufren hoy gobiernos como los de Bolivia y Venezuela.

UNA GRATA VISITA DE ROCKEFELLER AL PARAGUAY

El 19 de junio de 1969 era recibido por el canciller Sapena Pastor el gobernador de New York Nelson Rockefeller. Al día siguiente, en compañía del embajador norteamericano Benigno Hernández, visitó al dictador Stroessner en el Palacio de López para evaluar el estado de las relaciones bilaterales.

De la entrevista brotaron negaciones transnacionales de gran magnitud.

Quedó conformado poco después el vínculo corporativo entre el Chase Manhattan Bank-Exxon con sus firmas vinculadas por un lado y Repsa-Refco-Navipar con el Banco de Asunción por el otro, gigantesco pulpo cuya principalísima actividad radicó en el desvío y transferencia de dinero malhabido al exterior. Por esos vasos comunicantes pasaron sobrefacturaciones y comisiones derivadas del esquema del petróleo (compra, transporte, seguro, almacenamiento, refinación, distribución y anexos), parte de las enormes ganancias secretas de rubos como la construcción y equipamento de la hidroeléctrica de Itaipú, así como comisiones por los préstamos contratados por el gobierno de Paraguay con gobiernos y organismos multilaterales de crédito.

Luego de incubar tales negociados con el dictador sudamericano, Rockefeller se despidió con una conferencia de prensa donde prodigó encendidos elogios a la labor de su amigo y socio: “El presidente Stroessner hizo más por el Paraguay de lo que se hizo en 50 años” sentenció.

LA SOCIEDAD ROCKEFELLER-STROESSNER

Hoy se sabe que el paquete accionario mayoritario de REPSA pasó a la central del conglomerado Standard Oil-Exxon-Chase Manhattan Bank, cuya cabeza visible era el dúo Nelson y David Rockefeller.

Diluído en la bolsa de New York, el resto de las acciones se diversificó entre firmas satélites radicadas en Buenos Aires, Montevideo y Asunción, entre las cuales el Banco de Asunción fue una de las tomadoras.

Se estableció de esa manera un nexo entre los Rockefeller con Stroessner y Sapena Pastor, el cual resultó en una muy rápida expansión del grupo en Paraguay. Alrededor del mismo se instalaron en los años 70 el Chase Manhattan Bank sucursal Asunción, compañía petrolera del Chaco, Refinería Comercial SA (REFCO) y NAVIPAR, estas dos últimas con capital inicial levantado de REPSA.

Las satélites REFCO Y NAVIPAR prontamente se hicieron dueñas de tanques de almacenamiento con facilidades portuarias en Hernandarias y Calera cué (Paraguay) y Zárate (Argentina), respetivamente.

A su vez, cada una de estas empresas controlaba otras en una red extendida cuyas líneas de confluencia terminaban en Stroessner y Rockefeller.

ESCRACHE A ROCKEFELLER

Ya en el día de su llegada, Rockefeller había sido repudiado por medio centenar de jóvenes apostados en una calle por donde pasó la caravana visitante. Posteriormente realizaron una tribuna libre en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica, lugar donde quemaron una bandera norteamericana.

Frente al Panteón de los Héroes en la mañana del sábado 21 de junio se produjo otra concentración estudiantil, que acabó en un brutal apaleamiento. Varios dirigentes estudiantiles fueron apresados y procesados como subversivos.

Se llegaron a tomar iglesias y pararon las clases buscando la libertad de los detenidos, entre quienes se contaban Guido Rodríguez Alcalá, Juan Félix Bogado Gondra, Alfredo Carrillo Iramain, Alberto Friedman, Miguel Angel Almada, Jorge Lara Castro, Carlos Vivieres, Ticio Escobar.

El principal detonante de aquellas protestas había sido la conciencia histórica del estamento estudiantil, que tomó como un agravio a la memoria de los treinta mil paraguayos muertos en la guerra del Chaco la designación de un Rockefeller como emisario personal del presidente de los Estados Unidos. La designación era inoportuna, considerando que todavía vivían muchos paraguayos que participaron de la guerra del Chaco que en la década de 1930 enfrentó a los ejércitos de Bolivia y Paraguay por la posesión del subsuelo de dicha región, entonces disputado por la Shell y la Standard Oil Company, que desataron la guerra prometiendo financiación y jugosas ganacias por su apoyo para la aventura bélica al presidente boliviano Daniel Salamanca

Los estudiantes recordaron a través de boletines repartidos en las marchas que Standard Oil Company había sido responsable de azuzar y apoyar al gobierno de Bolivia en la invasión al Chaco y la guerra consiguiente que produjo una carnicería por ambos lados.

Cuestión ésta que tenía sin cuidado a Stroessner, Sapena Pastor and Company, con el agravante que el mismo dictador había sido protagonista de la guerra como cadete de la escuela militar.

La furia anti-imperialista de los universitarios paraguayos ante la presencia de un representante de la dinastía que había encendido la mecha de la guerra del Chaco, fue a su vez reprimida con gases lacrimógenos proveídos por el Pentágono. Un estudiante que recogió un cartucho consignó lo que la etiqueta del mismo rezaba: “Contents. One(1) nº 206 Federal Spedeheat. Tear Gas (CN) proyectile. Federal Laboratorios. Inc. Saltsburg, Penna, U.SA. Made in USA”.

OTRA VEZ UN ROCKEFELLER

Durante la presidencia de Juan Carlos Wasmosy, el gobierno paraguayo no sólo recibió con afabilidad sino que también entregó una condecoración a David Rockefeller.
Rockeller había sido invitado por un connotado miembro de la distinguida Sociedad de Las Américas (The Americas Society), "institución sin fines de lucro dedicada a informar a la gente de Estados Unidos sobre las sociedades y culturas del Hemisferio Occidental". En esta sociedad departen entre otros los chilenos Agustín Ewards, Alvaro Saieh, Fernando Léniz, Edgardo Boenninger, el venezolano Eugenio A. Mendoza -de la segunda familia más millonaria de ese país y la tercera continental-, el brasileño José Ermírio de Moraes, de la cuarta familia latinoamericana; la multimillonaria argentina Amalia Lacroze de Fortabat, el estadounidense David Rockefeller, Gustavo Cisneros, entre otros grandes multimillonarios e influyentes políticos del continente.

El anfitrión, el paraguayo Conrado Pappalardo, era entonces un influyente diputado oficialista, antes de bajar el perfil a raíz de las investigaciones que se le abrieron por el asesinato del vice-presidente Luis María Argaña en marzo de 1999. Estamos hablando de la misma persona que, desempeñándose como jefe de Protocolo de la Cancillería de Alfredo Stroessner, en julio de 1976 presionó a George Landau, el embajador de Estados Unidos de la época -invocando "un favor" solicitado a Stroessner por su colega Augusto Pinochet-, para que obtuviera sendas visas en dos pasaportes paraguayos falsos a dos supuestos empresarios cuyos nombres eran Juan William Rose y Alejandro Romeral.

El verdadero “negocio” de estos hombres, cuyos verdaderos nombres eran Michael Vernon
Townley y Armando Fernández Larios, era asesinar a Orlando Letelier en Washinton el 21 de Septiembre de ese año.

¿FINAL FELIZ DE LA HISTORIA?

Sorprendió hace poco apareciendo en New York con el mismo Capo mafioso y Operador del Plan Cóndor vinculado a Rockefeller, Conrado Pappalardo, el nuevo héroe de la izquierda latinoamericana y obispo de los pobres, Fernando Lugo. La excusa para arrimarse a Pappalardo era que sus vínculos permitirían al obispo obtener una entrevista con David Rockefeller.
La razón por la cual ninguno de los estudiantes que en 1969 escracharon a Nelson Rockefeller se manifestó en esta oportunidad es muy sencilla: el tiempo ha pasado y de furibundos anti-imperialistas se han tornado en grandes beneficiarios del dinero imperialista distribuído por USAID y otras fundaciones entre las ONGs, utilizadas como mampara para encubrir partidos y movimientos políticos que responden a la embajada norteamericana de Asunción.
Ya lo dijo alguna vez el político Konrad Adenauer: No hace falta defender siempre la misma opinión, porque nadie puede impedir volverse más sabio.

LA LITURGIA DE RENDIR PLEITESÍA A LOS ROCKEFELLER



La liturgia del gobierno paraguayo de turno, de rendir pleitesía a los Rockefeller, es aún más absurda cuando se considera que la empresa también fue responsable del despojo sufrido por el Paraguay, en las negociaciones para la paz en Buenos Aires, durante el año 1938. Spruille Braden, conocido personero de la empresa, logró preservar dentro de fronteras bolivianas –en favor de los acuerdos de su empresa- miles de kilómetros cuadrados de territorio petrolífero y Paraguay debió conformarse con "las arañas, el desierto y las serpientes" como escribiera en tono de burla un historiador boliviano.


A pesar de todo, rendir pleitesía a los Rockefeller es una ineludible rutina de los mandatarios paraguayos.


Así lo hizo el dictador Higinio Morínigo, quien en defensa de las concesiones de exploración y explotación a las petroleras norteamericanas desató una guerra civil en 1947.


Así lo hizo el dictador Stroessner, quien en 1969 reprimió manifestaciones estudiantiles en protesta por los honores rendidos en Paraguay a Rockefeller, arrojando gases lacrimógenos proveídos por el Pentágono.


Y también lo hizo el presidente Juan Carlos Wasmosy, quien recibió de David Rockefeller la bendición para destruir la banca nacional paraguaya orquestando una quiebra de bancos y financieras en dominó durante su gobierno neoliberal, en la década de 1990.

El martes 23 de Setiembre del año 2008, durante su visita a la ciudad de New York, hizo lo propio el actual sátrapa, el obispo de los pobres y los pueblos, que acudió a rendir pleitesía al magnate petrolero David Rockefeller, en su mismo feudo de la gran manzana, consumando un ritual que ya tiene su historia.

La ganancia para los paraguayos sin duda será una vez más nula, y la dignidad nacional una vez más habrá quedado por el suelo.


Ya lo sentenció el dramaturgo francés Gabriel Marcel, cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive.