Le tengo rabia al silencio

by Carlos Ortiz de Zárate Tuesday, Sep. 25, 2007 at 5:51 AM
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El presidente del Grupo de Estudios Comparados Euroafricanos y Eurolatinoamericanos recurre a la canción de Atahualpa Yupanqui para proponer alternativas a una ya muy larga travesía del desierto.

Mi silencio se explica porque ya no sé que decir. La lectura de una parte de la letra de la canción que inspira el título de este escrito me ha hecho, sin embargo, estremecer: “y a fuerza de ser callado, callado me consumí”: http://www.agenciaelvigia.com.ar/le_tengo_rabia_al_silencio.htm No tengo nada que decir; porque no diviso ninguna novedad en ninguno de los horizontes; la reunión con otros agentes de desarrollo local limpio solidario e identitario y con representantes institucionales de Campóo no ha sido aún convocada y los proyectos continúan paralizados por procesos burocráticos tan rocambolescos que cada vez tengo mayores dificultades en entender. “y a fuerza de ser callado, callado me consumí”. El autismo que sufrimos en este grupo ha sido ya vivamente lamentado por mi mismo: http://chilesur.indymedia.org/es/2006/10/4367.shtml ¿Qué puedo decir más sobre el síntoma y qué novedades puedo comentar?. La tramitación de licencia del molino de Cañeda: http://argentina.indymedia.org/news/2006/03/382145.php está atascada en un dilema absurdo: la concesión provisional del uso del agua para alimentar el molino, que nos ha sido concedida por la Confederación Hidrográfica del Norte II, no puede, de momento, ser definitiva, porque la delegación de Cantabria de ese organismo se resiste a acordarnos la licencia de obras de reconstrucción necesarias para poner en funcionamiento el molino, requisito para obtener la licencia definitiva del mismo. Esta tenaz resistencia puede alargar las gestiones y amenaza la constitución de la Fundación Molino de Cañeda, proyecto que fue aprobado por unanimidad en la sesión de Pleno del Ayuntamiento de Campóo de En medio del 31 de mayo de 2006. Es muy difícil para mí comprender las grandes contradicciones que existen en los varemos de las diferentes instituciones implicadas: una diferencia de más de 2000 metros en las mediciones del terreno del registro de la propiedad y el catastro; una propiedad clasificada como edificación y como terreno urbano por el catastro e imponible por el valor catastral pertinente y serios impedimentos de construcción por la delegación de Cantabria de la Confederación Hidrográfica mencionada. Cuando apoyaba nuestra propuesta por unanimidad, el Ayuntamiento de Campóo de En medio estaba ya informado de las tenaz oposición que encontraría el mismo. Las instituciones pueden contradecirse; poco importa que el resultado sea una estafa: pagamos un impuesto correspondiente al valor catastral de una “fábrica de harinas” y de un solar urbano. El valor del mismo está altamente determinado por la estimación catastral. No podemos reparar el edificio, porque la zona se considera “inundable”. ¿No podríamos esperar que las diferentes administraciones tuvieran los mismos conceptos?. El pleno del Ayuntamiento de Campóo de En medio, sabía, el 31 de mayo de 2006 – por varios expedientes abiertos en la materia, que el territorio era considerado inundable. Las instituciones pueden guardar silencio o expresar criterios contradictorios. Nosotros tenemos recursos que se agotan y como expresaban ayer, el comisario Maigret y Pepe Carvalho: http://barcelona.indymedia.org/newswire/display/318144/index.php tenemos que robar fragmentos del discurso que nos condena al síndrome de privación de la “Carta Robada” para redimirnos del autismo y de consumo de nuestros recursos financieros, humanos u otros. Solamente podemos utilizar los fragmentos de un discurso robado a los que podamos acceder. Tenemos un terreno, declarado inundable por una parte de la administración, declarado edificio y edificable por otra parte de la misma. Tenemos actas, tenemos papeles… pero lo que no me paree que tengamos es la voluntad de romper el silencio – de dejar de consumirnos. Nos han robado, nos han engañado. No es excusa para dejarnos consumir. Lo robado no ha desaparecido; lo tenemos delante y no queremos verlo. Nos queda, además, un terreno de algo más de 4000 metros y el derecho a utilización de agua para el riego. Tenemos dos batallas ante nosotros: recuperar lo robado y evaluar lo que nos queda.

Original: Le tengo rabia al silencio