El lado “b” de la alopatía

by Médico Tradicional Raúl Tortole Wednesday, Dec. 27, 2006 at 7:00 PM
elcarambola@yahoo.com México, DF

Todas las medicinas pueden ser positivas. Sin embargo, la alopatía tiene una estructura de pensamiento que nos ha enseñado cómo no llegar al origen de los desórdenes y a concebirnos como "cuerpos". Algo muy distinto de la medicina tradicional.

(Tomado de El Financiero, México)

Piedra gallo

El lado “b” de la alopatía

Raúl Tortolero

Como practicante de la Medicina Tradicional –esa sabiduría ancestral transmitida hacia el presente a través de las generaciones, relacionada con la herbolaria, la espiritualidad, una buena nutrición, ejercicio físico, entender los sueños, el manejo de las emociones y de la energía-, nunca he sido devoto de la alopatía.

La medicina alopática, convencional o institucional –la de bata blanca, fármacos y hospitales- me parece algo atroz en “tiempos de paz”. Sólo me parece justificable como último recurso, durante tiempos de guerra, cuando sufres un grave accidente y urgen medidas drásticas, o tras desoír años enteros las palabras de la medicina tradicional.

Hay diferencias radicales entre esta medicina antigua (ahora llamada “alternativa”) y la impulsada por el sector salud.

Por ejemplo, las consultas de la alopatía te perciben como “un caso”, no como un ser humano, y es raro que se interesen en tu estado emocional, porque para esa escuela todo puede resolverse con medidas “fisiológicas”. Y porque además no tienen tiempo, debido a las filas de gente esperando en el IMSS.

La alopatía enfoca una enfermedad como el resultado de un virus o una bacteria –como si primero no bajaran las defensas inmunológicas cuando se está deprimido, triste o abatido-, y los trastornos son vistos sólo como algo corporal. Esa corriente –cada vez menos hegemónica-, no observa la relación de todo malestar con el estado anímico o emocional del paciente y por ello sus remedios, si es que lo son, van dirigidos al físico.

La medicina tradicional nunca pierde de vista que todas las enfermedades tienen un origen emocional y espiritual y las manifestaciones físicas son sólo un reflejo de un suceso interno previo y más hondo. Por ello, esta tradición sí se adentra en la raíz de las cosas, y propone en toda ocasión salidas integrales.

En tanto, para la alopatía te recetará pastillas, o inyecciones, como si con ellas, ocultando los síntomas, el origen del problema fuera a desaparecer. Si no se atiende la semilla del asunto, sin duda crecerá de nuevo.

A la alopatía le debemos que al pensar en “medicinas” visualizamos comprimidos, jeringas, en lugar de pensar -con el pensamiento de la medicina tradicional-, en un amanecer, una carcajada, un abrazo, frutas, música, y amor.

Otro aspecto es que el médico alópata funciona habitualmente como un “técnico de sustancias”, cuyo conocimiento se limita a recetar, ante una inflamación, una antiinflamatorio, ante un dolor, un analgésico, ante un hongo, un fungicida. Y en virtud de esa dinámica simplista de correspondencias, jamás es replanteada la vida del paciente, la estructuración de sus emociones, pensamientos, creencias, alimentación. Y todo sigue igual, e incluso la gente se hace adicta a los medicamentos. Con esta mentalidad “científica”, las enfermedades jamás sirven de lección de vida, y no nos ayudan a madurar. La gente parece no tener tiempo para el dolor, ni el periodo que dura naturalmente un malestar nos sirve de reflexión: sólo deseamos su fin cuanto antes para entregarnos a actividades cotidianas, por absurdas que sean, las mismas que sirvieron de caldo de cultivo para nuestros trastornos.
Un poco se debe al pensamiento alópata que la gente es ahora menos sabia, y cree que las soluciones a sus problemas, cuales sean, siempre han de venir “de fuera”. Que es algo externo lo que va a curarlos, sanarlos, ayudarlos.
Los jóvenes no tienen ya la más remota idea de que el cuerpo es capaz de sanar por sí mismo la inmensa mayoría de sus enfermedades, y si lo hace de manera natural, adquirirá más defensas.
Tengo una enfermedad: ¿qué me tomo? Así se piensa ahora. La pregunta correcta es: ¿qué significa? Y: ¿qué está simbolizando mi cuerpo, cuál es el mensaje de este mal?
La alopatía nos engaña con sus costosos embrujos químicos y vivimos una vida más absurda, ya que nunca las enfermedades experimentadas nos hacen comprender que no vamos por buen camino, y que ésta es una civilización desandada.
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