LOS NIÑOS DE NUEVO SOL y los niños índigo

by Raúl Tortolero Friday, Jun. 30, 2006 at 11:17 PM
elcarambola@yahoo.com

Llamados del Nuevo Sol, “índigo” “superdotados”, “distintos” o como sea, son niños y niñas creativos, libres, cuestionadores de la autoridad ciega, alegres, fluídos, vienen para cambiar la realidad y generan ya, poco a poco, una sociedad mucho mejor. La Medicina tradicional entiende y cuenta con terapias adecuadas para la formación creativa de estos seres especiales.


A lo largo de años de consultas, he tratado muchos asuntos relativos a los niños. Enfermedades, trastornos, desórdenes de todo tipo. Pero no sólo en las consultas, sino en todos lados escuchamos que los niños ya no son como antes. ¿Y cómo eran antes? Que eran muy quietos, obedientes, tranquilos, educados, serios. ¿Y cómo son ahora supuestamente? Activos, hiperactivos, respondones, sueltos, creativos, demasiado despiertos, y muchas veces, con poca conciencia de los límites en todos los sentidos.

¿Qué es lo que está pasando? ¿De veras es que los niños son distintos, así nacen ya, o es que más bien la sociedad se ha flexibilizado?

Mi opinión como médico tradicional es que suceden ambos fenómenos. No me queda duda que la sociedad está cambiando, y cada vez más rápido, y en los últimos 10, 15 años se ha transformado como no lo había hecho en los primeros 65 años del siglo XX. Esto se traduce en todos los ámbitos de la realidad. Los cambios políticos, la salida de partidos hegemónicos del poder, la extinción de tantas figuras autoritarias, la cada vez más activa participación de la sociedad civil en las decisiones que le incumben, la autogestión y autoorganización, el surgimiento de escuelas “especiales”, llamadas “activas”, la flexibilización respecto al entendimiento de la sexualidad, la apertura en los medios electrónicos a todo tipo de voces políticas, sociales, culturales, religiosas.

Esto por un lado, pero por el otro, no tengo dudas que han nacido cientos de niños, miles, con misiones que cumplir en la vida.

Y esas misiones tienen que ver con generar una sociedad mejor.

Una más creativa, sin tanta estructura innecesaria. O sea, sin tanta burocracia, papelería insufrible, tramitología tonta. Sin tanto oficialismo. Sin tanta reticencia para poder instalar un negocio propio. Sin tanto engaño. Una sociedad más sencilla, más fluida, con más facilidades. Sin tantas trabas. Donde la palabra reencuentra su valor perdido. Si dices algo es porque lo vas a cumplir. Porque se va a cumplir. Y podemos darlo por hecho.

Una sociedad con más color. Colorida. Llena de alegría, por tanto. Llena de vida. Donde el sol brilla en todas las luces que puede dar. Una sociedad sin tantos prejuicios. Sin racismo, ni clasismo, ni ninguna clase de discriminación. Una sociedad sin tantos traumas. Más hermosa. Sin corrupción, sin crimen, sin tanto peligro.

En síntesis, nuestras sociedades están pariendo los niños que necesitamos. Los niños y niñas que van a modificar poco a poco a veces, y otras veces de golpe, el estado de conciencia de la sociedad. Niños libres. Niños que gozan. Niños con sabiduría. Que conocen desde el principio cuáles son las cosas valiosas de la vida y cuáles son puro blof, pura pose. Algunos llaman a estos niños superdotados creativamente, libres, reyes y reinas, niños “índigo”. Hace más de un año escribí en la Revista de El Universal (México) un artículo sobre los niños llamados índigo. Visitemos un poco lo escrito:

“Niños Índigo. Esta expresión no proviene de ninguna escuela de medicina o pedagogía, ni de sicología infantil ni de sociología. O sea, no fue emanada de las ciencias duras o sociales. Fue inventado y publicitado por algunos norteamericanos afectos a la new age o nueva era. ¿Qué podemos entender por “nueva era”? Una actualización doméstica de sabidurías ancestrales de todo el orbe, una puesta al día del apego a la naturaleza, la magia, el colorido de los hippies, una mezcla de terapias alternativas con un gusto renovado por las nuevas tecnologías”.

Y el artículo continúa:

“Tu personalidad en colores. Es en ese marco que una parasicóloga llamada Nancy Ann Tappe, en su libro Entendiendo tu vida a través de los colores (1982), describe un sistema para clasificar personalidades de acuerdo con sus “auras”, o colores de su energía. El texto explica que durante la historia la gente siempre ha poseído “auras”, pero que fue sólo hasta los ochenta cuando el color añil subido comenzó a aparecer en muchos recién nacidos.

“En 1999, con la publicación del libro Los niños índigo, de Lee Carroll y Jan Tober, el concepto alcanzó nuevas dimensiones. ¿Quién era Lee? Durante 30 años, el dueño de un negocio de autoestéreos, quien habría entrado en una crisis de madurez al hablar con un síquico, luego de lo cual se dedicó a dar conferencias de autoayuda por el mundo, acompañado de Tober, un conocedor de metafísica y cantante de jazz. Sicólogos y la audiencia en general le aseguraban a Lee saber de casos de niños con atributos similares a los referidos en su libro: “Exceso de energía y actividad, sentimiento de ser reyes y actuar como tales, derecho de estar aquí, dificultades con la autoridad, y enemistad con actividades que no requieren pensamiento creativo”.
Además, los índigo habrían nacido con dones de sanación, telepatía, dotados de resistencia a ciertas enfermedades y con la misión de pacificar el planeta.”

Aquí se toca un punto muy importante: son niños cuyas cualidades, directa o indirectamente, tienen la misión de sanar a la sociedad.

¿Cómo? La sanan con su libertad. Le enseñan a sus padres cómo ser libres, más allá de prejuicios, costumbres, tradiciones, y poses intelectuales, políticas o de estatus.
La sanan con su alegría. Son “desmadrosos”. Arman borlote. Eso es bueno. Buenísimo. El relajo relaja, hace reír, es creativo, y l diversión te carga de energía. Desde la visión de la Medicina Tradicional, un poco de locura es sagrada. Se necesita un poco de locura. Es la sal de la vida. La alegría nos sana, nos restaura. Nos mantiene en forma. La sanan con su cuestionamiento a las estructuras escolares, religiosas y sociales anquilosadas. Son duros para cuestionar lo que no sirve ya. No van a aceptar nada que sea una tontería bajo el pretexto de que “así deben hacerse las cosas”.

La sanan con su creatividad: proponen mil formas de hacer las cosas, de pensar el mundo, de percibirlo, de sentirlo, que son nueva, que son nuevas venas, nuevas estrategias, nuevas emociones y con ellos reinventan la realidad.

Pero en aquel artículo también se señala el “lado b”, o la contraparte del llamado fenómeno índigo:

“…Todo suena muy hermoso. Pero tiene distintas repercusiones.
Una: muchísimos padres de mente abierta creen que sus hijos son índigo. Es más: rechazan que no lo sean y resaltan los rasgos “índigo” de sus vástagos.
Dos: hay niños que se consideran índigos a sí mismos y ello les brinda una conciencia de diferencia o superioridad frente a sus compañeros.
Tres: con esto se crea una elite de “elegidos” (¿de Dios?), dejando –digámoslo así– a los demás “de a pie”. O se crea una especie de “casta divina” con un destino manifiesto (muy luterano): ayudar a la Tierra.
Y cuatro –éste punto muy grave–: algunos padres clasifican tramposamente a sus hijos como índigos porque se resisten a asumir que sufren el Trastorno por Deficiencia de Atención e Hiperactividad (TDAH), o cualquier problema conductual, o hasta neurológico.
Y otra cosa: finalmente, la personalidad índigo es una cuestión de fe. De creencias. Como se cree en Dios, en Alá, en Buda o en cualquier disciplina religiosa, se cree en el fenómeno índigo”.

Exacto. Hay que tener cuidado. No por ser más movidos, creativos, esos niños que yo llamo del Nuevo Sol –lo digo pensando en las características de claridad, de alegría, de transparencia, del quinto sol del Tonalámatl o amate solar, el llamado calendario solar o piedra solar de la cultura azteca- deben permitirse tratar mal a los demás niños. Ni sentir que tienen derechos por encima de los demás.

Por otro lado, la ciencia, con su atávico atraso respecto con respecto de la aceptación de criterios que no sean científicos, ya sean religiosos, espirituales, tradicionales, místicos, esotéricos o artísticos, por supuesto que no reconoce a los nuevos niños, a los niños del nuevo sol, a los niños índigo. Veamos lo que dijeron en mi artículo:

“Le llamo a la doctora Rocío Santos, neuróloga del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, que se sorprende. “Nunca había escuchado sobre el tema, pero aquí en el instituto no manejamos nada de eso”. O sea, uno de los centros más serios debería contemplar la caracterología índigo, estudiarla, pero no.

“Telefoneo a un excelente pediatra, el doctor Raúl Cortés Arias, y responde lo mismo: no tiene información relacionada al tópico. El pediatra Carlos Ramos, del Instituto Nacional de Pediatría, confirma haber oído del asunto y que haya niños inquietos, activos, pero no les llamaría “índigos”.

“Le marco al pediatra Alejandro Ferreira, de la Unidad de Pediatría del Hospital Ángeles-Lomas. Se muestra determinante: “No hay ninguna opinión científica al respecto”.
–Oiga, ¿no considera que estén llegando niños con una configuración síquica distinta a la de anteriores generaciones? Más activos, cuestionadores, que vienen a cambiar el mundo...
–No, para nada. No están llegando.
–¿Y entonces a qué se deben estos cambios en los niños?
–Son niños con personalidades diferentes, es todo –corta.

Y sin embargo se mueve, dirían los adeptos a lo índigo”.

Era de esperarse ese tipo de respuestas por el lado de la ciencia. Desgraciadamente, así es. Al menos por ahora. Afortunadamente, la Medicina Tradicional es muy diferente. Es mucho más abierta. Por supuesto el término “índigo” no pertenece ni surgió de nuestra medicina. Pero eso no importa, porque las previsiones habladas en náhuatl, y en maya, de hace 500 años, ya preconfiguraban estos cambios, este tipo de infancia diferente, por eso yo lo retomo y le nombro los niños del Nuevo Sol. Y si los científicos piensan, como dijeron en mi artículo que los nuevos niños no están llegando, lo único que está sucediendo es que para ellos no están llegando, no pueden apreciar este innovador conjunto de características preciosas sólo porque cierran los ojos, no porque no existan.

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS
ENTRE LOS NIÑOS DEL NUEVO SOL
Y LOS NIÑOS ÍNDIGO

Ahora bien, ¿qué diferencias habría entre los llamados niños índigo y los que nosotros llamamos Niños del Nuevo Sol?


Hay varias diferencias importantes.

Pero para empezar, diré la similitudes: nosotros, desde la medicina tradicional mexicana, sabemos y aceptamos que han nacido miles de niños, aquí en México como en todo el mundo, que tienen la personalidad, los atributos mágicos, sabios, para poder ir creando una sociedad más alegre, sana, justa, feliz, divertida y sin tanto crimen, autoritarismo, trauma, corrupción y estructura aburrida e inútil.

O sea, están llegando quienes le darán la vuelta a la página, quienes son los nuevos reyes de la realidad, quienes están dotados para amar, para dar y recibir amor y tienen bien ubicado qué es lo valioso y qué no.

Ante ellos debemos inclinarnos. Debemos tratarlos con mucho respeto. Son los nuevos sacerdotes de la realidad. Son los nuevos reyes. Son nuestros maestros. Tumban la vieja idea de que los adultos sabemos más que los niños. ¿Qué es lo que podríamos saber más que ellos? Lo que sabemos los adultos son un montón de cosas que sólo nos producen más infelicidad. Nos abruman tantas informaciones, tanta estadística, tanta pose, tanta falsedad.
En cambio, ellos saben pocas cosas, pero las suficientes para asegurarse un buen día, un día soleado, un día feliz.

No, ellos son nuestros maestros en alegría, en diversión, en los métodos para “recargar” nuestra pila, nuestra energía, en cómo no deprimirnos, en cómo ser sencillos, simples y profundos, como el viento. Nunca jamás debemos despreciarlos, o tomarlos a menos. Nuestro papel como padres de ellos es sólo apoyarlos, estar con ellos, amarlos, abrazarlos, besarlos, marcarles ciertas pautas, integrarlos a la sociedad que ellos están transformando; debemos facilitarles su misión sanadora y restauradora.

Otra similitud de conceptos entre los niños índigo y los niños del Nuevo Sol es que sabemos que estas criaturas tienen una alta conexión con Dios, con lo espiritual, sin pasar por las formas religiosas antiguas.

Informales como son, libres, se comunican con los espíritus, con Dios mismo, con mucha naturalidad. Sueñan, ven, escuchan seres de dimensiones más elevadas sin problemas. No todo el tiempo, pero lo saben hacer. No hay que forzarlos.

Sin embargo, hay algunas diferencias: los niños índigo han sido llamado así debido a un supuesto “color de su aura”, que es el color azul subido, el color índigo.

Nosotros en la medicina tradicional no estamos de acuerdo con clasificar a estos nuevos niños por colores. Eso sería minimizarlos. Eso sería atender sólo a cuestiones parciales. Y no. Son seres muy integrales, integrados y con una conciencia de estar integrados a una sociedad, a un cosmos nuevo.

En realidad, no es que tengan un aura azul o de ningún otro color. Sino que tienen una misión positiva que cumplir, y lo saben. Lo harán cada uno en el campo que más les guste, en el que decidan sin presiones.

MÁS ALLÁ DE LOS COLORES:
UNA NUEVA COSMOLOGÍA,
UNA MISIÓN QUE CUMPLIR

Lo que tienen no es cosa de colores, o de un solo color en particular. Los colores aquí se quedan cortos. Los colores no alcanzan para dar una clasificación o una descripción amplia y entera. Las “auras”, entendidas como emanaciones de la energía psíquica personal, como es obvio, cambian, se modifican de acuerdo a las propias modificaciones del estado de conciencia, de ánimo, y pasan de un color a otro con facilidad.

Basta con que atravesemos un contratiempo para que el color cambie. Quiero decir que no estamos siempre con el mismo color de la famosa aura. Por tanto, la clasificación de “niños índigo”, en sí misma no indica nada, sólo un color del aura de tales niños o adultos en cierto momento.

Quiero decir que todos, sin excepción, en algún momento de nuestras vidas hemos sido “índigo”. Si recordamos ese estado de alegría, de fuerza vital, de positividad, de creatividad, de energía, de bienestar, de optimismo equilibrado, y aprendemos a reproducirlo, todos entraríamos en la categoría del New age llamada “índigo”. Así es que hoy en día hay más facilidades para que muchos sean o se comporten como índigos. Pero ser un niño o un adulto del Nuevo Sol, ya es otra cosa. Va más allá de los cambios de humor y de color del aura. Significa estar destinado a la transformación, a la revolución de las ideas, a ayudar a los demás, a la alegría, a la fiesta.

Lo que tienen los niños del Nuevo Sol es que nacen con ciertas características y con una misión definida. Cada uno a su modo, cada uno en su particular estilo, con su color particular, sus preferencias. Cada uno alternará en una actividad o área distinta. No es cierto que estos nuevos niños sólo vengan enfocados a lo artístico o a cuestiones relativas a la religión.
Pueden dedicarse al deporte, a las ciencias, a la política, como al arte, a la espiritualidad, a la sanación. Pueden ser karatecas, nadadores, futbolistas, músicos, médicos tradicionales, sanadores, políticos, líderes de asociaciones civiles, aventureros, revolucionarios en sus áreas de influencia.

Aquí escribo una lista de las características de los niños del Nuevo Sol:

-Disponen de mucha energía.
¿Por qué? Muy simple: piensan bien, sienten bien. Es decir, no poseen estructuras o contenidos de pensamiento que les signifiquen una carga, un peso muerto, un estorbo. Están libres de miedos, de negatividad, de odio, de rencor, de envidia, de celos, de obsesiones. Libres de prejuicios, de ideologías inflexibles, de ortodoxias, de anquilosamientos en las formas, de mentiras. Y por eso no se cansan, por eso su energía les alcanza para todo y les sobra. Son niños muy sanos.

Cuidado, porque si los llevas a una terapia equivocada, pueden querer tenerlos quietos con químicos, lo cual los destruirá poco a poco y tú no quieres eso para tus hijos. Pueden darles a tomar Ritalin o Rivotryl para tenerlos quietos. Esto no sirve para nada, de no ser para inducirles a una adicción a unas sustancias. Lo que hay que hacer es ponerlos a canalizar sus enormes energías de manera creativa y libre. De esa forma se estarán desarrollando sanamente. En la medicina tradicional, como sabes, nunca usamos químicos. En cambio, aconsejamos cantar, actividades creativas y muy divertidas, constructoras de una personalidad revolucionaria. Nuestras consultas no tienen nada que ver con camisas de fuerza farmacológicas. Todos los niños necesitan amor
-Facultades "especiales".
Efectivamente, al no estar sujetos, al no quererse sujetar a las reglas convencionales, al no aceptar tan fácilmente, con tanta docilidad las leyes que no tienen sentido, en su casa, en la escuela, donde sea, los caminos que adopta su pensamiento, y emotividad pueden resultarnos extraños. Pasa lo mismo con los senderos que toma su energía espiritual, psíquica, y la sensibilidad o percepción que usa.
Es decir, estos niños pueden estar percibiendo muchos otros canales de información que muchos ni siquiera imaginan. Cuidado, nunca hay que llamarlos locos o tontos, sobre todo si no estamos en su nivel para poderlos entender y guiar. Hay que buscar ayuda.
Quiero decir que pueden tener sentimientos que nos parecen raros, desacostumbrados: se quedan contemplando una catarina media hora, hablan con ella, o con el sol, con los peces. Pueden tener pensamientos que tal vez nos parezcan fuera de lo común: critican a los 4 años al presidente, al Papa, y nos señalan nuestros errores; dicen sobre ese noticiario lo que nosotros no nos atrevemos a decir, hablan de la necesidad de una sociedad distinta.
En fin, habría muchos ejemplos para expresar sus sentimientos y pensamientos distintos. Igual ocurre con sus facultades: pueden "ver" o saber qué pasará en el futuro, o qué pasó en el pasado; si alguien va a enfermar y si sanará; incluso pueden saber cómo curar a una persona, cómo ayudarla; encuentran cosas, hayan lo que necesitan a la vuelta de la esquina y a menudo gratis o a un costo muy accesible, salen a conseguir algo que nos parece inverosímil y regresan con el resultado en la mano.
Por ejemplo, dicen que irán a Grecia porque quieren conocer a Sócrates, salen a buscar cómo y a los 20 minutos encuentran una promoción que los envía gratis, todo pagado. Seguido a eso, sueñan que en un cierto lugar habrá una planta que pueden comer: los padres se alarman porque no creen que nada que crece en la ciudad puede comerse.
Ese niño va a donde soñó y corta unos "quelites", que son perfectamente comestibles. Ven a una persona que nunca había visto y le sueltan en la cara que tiene una infección vaginal, lo hacen enfrente de otra gente, sin pena. Luego le dicen que debe lavarse con hojas de álamo y que el álamo está en tal y cual calle. Sueñan con su abuela que murió hace años y la abuela les dice quién morirá y quién tendrá que enfrentar un problema. Hablan con ella, escuchan sus recomendaciones sin tener conciente una división entre vivos y muertos. Ven a la Virgen y platican con ella, quien les da consejos. Hablan con Dios Padre o con Jesucristo. Hablan con espíritus que les enseñan un sinnúmero de cosas.
Etcétera. Son mágicos y sorprendentes. Hay que guiarlos desde chicos. Hay que entrenarlos. Hay que cultivar sus joyas, sus dones, sus preciosas facultades.
-Dotados de una gran sensibilidad.
Perciben matices de amor en las personas, en las canciones, en la televisión, en las películas, en el teatro, perciben ángulos sagrados en los árboles, nubes, animales, aves, personas de la calle, en sus maestros de escuela, en sus compañeros, en su familia. Son muy buenos para dibujar, pintar, esculpir, cantar, bailar, jugar juegos.




-Creatividad.
Ya sea para hablar, para inventar palabras, para inventar juegos para voltear las cosas, para modificar situaciones, para cantar, para jugar con arena, con arcilla, con plastilina, con la música, con la forma de vestir, con los horarios, con todo. Todos los niños del nuevo sol son plenamente creativos y siempre nos sorprenden.

-Cariñosos.
Manifiestan libremente su amor por todo, por sus padres, por sus amigos, por los seres de toda la creación. No tienen prejuicios. No creen que tienen que amar nada por obligación y pueden amar lo que sea aunque no es lo que uno cree que debería ser o no.

-Inteligencia.-
Tienen todo de listos, despiertos resuelven problemas con facilidad, no se “hacen bolas”, no se sienten perdidos, buscan un camino.




-Oposición a formas viejas.-
No harán nada sólo porque así lo marcan las tradiciones, las costumbres, la sociedad, la autoridad, si no primero lo han entendido y aceptado. Si no encuentran nada positivo, no lo harán. Y no se vale obligarlos a hacer algo en contra de su voluntad cuando no tiene un valor real.




-Alta espiritualidad.
Su alegría, gritos, cantos, diversión, son muestra de una gran espiritualidad, de un gran contacto con Dios, a quien a menudo invocan, ven, sueñan, independientemente si se los hemos enseñado o no. Pueden ver ángeles, espíritus.

-No son nada conformistas.
Definitivamente, no se conformarán con roles secundarios, de relleno. Son armónicos, pero lucharán por destacar, por sobresalir, pero esto no significa que odien o menosprecien a los demás.


-Rebeldía.
Se diría que son rebeldes. Sólo lo son frente al autoritarismo. No funciona darles órdenes como en el ejército. Hay siempre que explicarles con detenimiento el por qué de las cosas.


PROBLEMAS ASOCIADOS A LOS NIÑOS DEL NUEVO SOL


No todo es miel y leche, y estos niños pueden a menudo ser clasificados, desde ópticas duras y viejas, como rebeldes, inquietos, que molestan a los demás, que son muy rápidos, su mente va a mil por hora, y que dejan atrás a muchos otros. Se dice de ellos que son desobedientes, insistentes, necios, caprichudos, y hasta inestables a nivel emocional.

Como podemos entender, no todo en un niño del Nuevo Sol depende de sí mismo, mucho trabajo tenemos que hacerlo los padres, los maestros y la medicina tradicional es una gran herramienta para encausarlos, encausar su potencial, para que los padres comprendan las nuevas características de sus críos, y sepan cómo ayudarlos.

Si no se ayuda y apoya a un niño del Nuevo Sol, habrá algunos problemas. Para empezar, no podrá brillar como le corresponde, y puede llegar a acumular altos niveles de frustración que derivan en problemas de conducta serios. Como tienen mucha sensibilidad siempre hay que saber escucharlos.

Pueden tener una inteligencia sobresaliente, pero como todos, según las claves de la medicina tradicional, necesitan una orientación y un camino. Éste camino es siempre relacionado con una estructura guerrera, que por supuesto no significa nada violento, sino disciplina, alegría, valentía, y un conjunto de filosofía y entrenamiento de valores positivos que complementan la educación espiritual-emocional-mental y física del niño. Y también, no hay que confundir las características de los niños del Nuevo Sol con el Trastorno por Deficiencia de Atención e Hiperactividad (TDAH), bajo el cual no hay concentración en las actividades y existe una impulsividad exagerada. De cualquier modo, la medicina tradicional atiende este problema.

Medicina Tradicional Mexicana, web site:
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