La Medicina Tradicional Mexicana del Siglo XXI

by Raúl Tortolero Thursday, Jun. 29, 2006 at 11:05 PM
elcarambola@yahoo.com

Estamos en un proceso de apertura, de expansión, y de actualización para los nuevos tiempos

Escribo Medicina Tradicional con mayúsculas porque me merece mucho respeto. Es un diamante, es oro molido que nos han heredado los abuelos y abuelas. Si bien hubo un tiempo en el que los médicos tradicionales fueron perseguidos y totalmente desacreditados en México por culturas e ideologías hegemónicas invasoras, y los colegas tuvieron que refugiarse en la clandestinidad, hoy las cosas han cambiado por mucho.

Es cierto que algunas personas desinformadas siguen sin respetar, sin conceder el estatuto de dignidad que tienen todas las prácticas ancestrales, vengan de donde vengan, pero esos ciudadanos son los menos y la mayoría de la población es respetuosa.

Ha habido en México y en muchas otras regiones del orbe un gran trabajo de dignificación de las sabidurías ancestrales, entre ellas, por supuesto, la medicina tradicional, junto con las danzas, ceremonias, gastronomía, vestimenta, costumbres, creencias religiosas y lenguas de los pueblos antiguos.

Es de encomiarse la labor de tanta gente unida, sin importar el color de su piel, ni sus credos, que han logrado pasar a primer plano y poder salir del abandono y de la vieja y absurda clandestinidad. Y en esa labor han participado muchos que no son propiamente pertenecientes a los llamados pueblos nativos. Hablo de antropólogos, historiadores, escritores, periodistas, alumnos, instituciones de cultura, algunos gobiernos, y muchas otras personas con buena voluntad.

Es decir, el regreso de las tradiciones a la agenda nacional, a los foros, al contacto con el público, no ha sido una tarea fácil, ni rápida, ni sólo construída por las comunidades nativas, sino por mucha gente más que las aprecia y se siente parte de una misma unidad.

Gracias a esto, ahora lo que hay es una bella tendencia a reconsiderar y retomar lo que nos dejaron nuestros antepasados. Sin embargo, esa labor no ha terminado y nos falta mucho. Habremos todos juntos de continuar, cada uno desde sus trincheras, desde sus distintos ámbitos, en esa lucha.

Una de las facetas de esta lucha es poner al día los conocimientos ancestrales. Durante tantas décadas guardados, no perdieron vigencia ni mucho menos, sólo que es necesario entender la evolución de las sociedades.

Hasta hace poco aún vivíamos en sociedades rurales, agrícolas. Ahora la mayoría de las personas en el mundo vive en ciudades industriales. Esto implica muchísimos cambios. Algunas personas sostienen que el pensamiento de la Medicina Tradicional sólo era apto para campesinos, pero esto es una clara equivocación. Sostienen también que nuestras herencias de sabiduría ya no son aplicables a la vida moderna, que todo eso es sólo cuentos viejos para gente guajira. Pero yerran de nuevo.

Es verdad que lo nuestro encuentra mucha relación con la naturaleza y que en las ciudades estamos perdiendo de vista este contacto, pero la sabiduría ancestral, si realmente lo es, no puede perder vigencia. La sabiduría milenaria no es sólo para gente de campo sino para todos los seres humanos. Finalmente, eso sí, no podemos vivir sin la naturaleza. Necesitamos sus productos, su aire limpio, sus enormes espacios relajantes, su magnificencia, sus esplendores. El agua limpia es nuestra hermana, la tierra fecunda y cultivable, no sobre explotada es nuestra prioridad. Las hierbas medicinales, las enseñanzas y estrategias de plantas, árboles, animales, insectos y fenómenos naturales siempre nos serán útiles. No hay quien se sienta mal al llegar a la playa o al bosque pero sí a una ciudad contaminada.

Las enseñanzas de nuestros abuelos lo que necesitan es una puesta al día. Por decirlo de alguna manera, necesitan también darse a conocer plenamente, con buena información, sin mentiras o deformaciones. En suma lo que requieren esas enseñanzas es “salir del clóset”. De un clóset donde tuvieron que apertrecharse ante su persecución y desprecio. Pero ahora pueden salir y nadie puede impedirlo. Deben ocupar ese lugar majestuoso que se merecen.

Ah, pero cuidado. Sería un error muy grave sólo tomar lo que nos dijeron los abuelos e intentar no moverle nada. No. Es imprescindible mejorar aún esas enseñanzas, perfeccionarlas, usarlas para la vida diaria, usarlas en la ciudad o donde quiera que estemos. Debemos ponerlas en primer plano pero asimismo debemos llevarlas a un nivel aún más alto. Ese es nuestro deber. Esa es nuestra misión. Eso es lo que podemos hacer por los abuelos en agradecimiento.

Podemos hacer eso. Unos ejemplos, porque no quiero ser malinterpretado. Nos enseñaron por ejemplo a comer bien. A comer verduras. Y mientras más crudas mejor. Y a tomar agüita simple. Si era de manantial, mejor. Eso está muy bien y es una excelente forma de no enfermarse. Pero antes la gente rara vez consumía refrescos y ahora tenemos en México un país con un sorprendente número de diabéticos. Y eso está claro que tiene una relación con el intenso y alarmante consumo de refrescos. Es más fácil comprar un refresco que agua. Refrescos venden donde sea, pero agua no. Ni siquiera agua mineral, que también es presentada en botella.

Entonces, no basta ahora con decir: debemos tomar sólo agua y comer verduras frescas. Hay que decir además que no hay que beber refrescos. Es tan importante lo que nos dijeron, que bebiéramos agua, como alertar sobre el uso de tanto refresco. Y esto puede extenderse al uso de productos industrializados y enlatados. Con conservadores, con transgénicos y con otros muchos químicos. Que no son necesarios para vivir y menos para estar sanos.

Eso por el lado “corporal, físico”. Ahora, por el lado emocional, mental y espiritual, tenemos muchos retos que afrontar. Nuestros abuelos nos enseñaron a amar y vivir en el campo, en el rancho. Nosotros vivimos en las ciudades. Como muchos, por razones económicas. ¿Qué podemos hacer si por lo pronto estamos aquí, en las urbes? Eso no nos lo enseñaron los abuelos, porque ellos vivían en el campo. Nos dijeron cómo vivir en el campo, pero no cómo seguir bien en las ciudades. Tampoco previeron la proliferación de “religiones” o cuasireligiones que son expresadas ahora como si se tratase de un producto del supermercado.

Nos enseñaron a trabajar el campo y sus secretos, pero nosotros muchas veces trabajamos en la ciudad y en un lugar cerrado. En edificios supuestamente “inteligentes”, que no tienen contacto con el aire ni con el sol. Por lo tanto, son muy burros. Son edificios “burrotes”. Si trabajamos en un lugar cerrado, ¿qué podemos hacer para sentirnos mejor?

¿Qué nos aconseja la Medicina Tradicional? Ah, pues ahí está. Por eso es que tenemos mucha chamba pendiente y debemos dar respuesta a muchísimas cuestiones de la vida moderna. Porque hay muchas cosas que contestar y que la gente está ansiosa por saber. Me han hecho a mí durante años muchísimas preguntas.

Porque recordemos que la Medicina Tradicional es una forma de vivir. No es sólo “medicina” como entendemos la alopatía. O sea, no es cosa de pastillas, jeringas, frascos, jarabes, píldoras, batas blancas, hospitales y cuentas caras. No, para nada.

Es cosa de cómo pensamos, cómo sentimos, el sol, la noche, el sueño, la alegría, las frutas, el sexo pleno, la risa, la música, el baile. Y un poco de locura. También eso, sin duda. Cuando piensen en Medicina Tradicional, piensen en una playa, en beber un coco a las 5 de la tarde, en observar el mar y hablar con él, en estar acompañado de tu pareja, besarla, y bendecir la vida y a Dios.

No se vayan con la finta, la Medicina Tradicional no sólo son las vacaciones, también el trabajo, uno que amemos, uno que nos haga sentir vivos, palpitando.

Tenemos muchos pendientes. Antes no había tanto cáncer, ahora lo hay. Y mucho. Debemos resolver este asunto. Antes no había tanta delincuencia, no había tanto estrés, tanto divorcio, tanta promiscuidad, tanta comida chatarra, tantas necesidades que no lo son, tanta exigencia y tanta soberbia.

Hermanitos citadinos: nos falta humildad de campesino, risa de campesino, solidaridad campesina, hospitalidad campesina, amor de campesinos, libertad de campesinos, apego a la tierra de campesinos, y tantas otras maravillas de los campesinos. Y debemos poner manos a la obra cuanto antes.

La Medicina Tradicional siempre tendrá respuestas, pero no es una cosa de un museo o asunto de paleontología. No, es una realidad actual, es un reencuentro con nosotros mismos, el cosmos, el amor y la magia de la vida.

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Original: La Medicina Tradicional Mexicana del Siglo XXI