CASINOS, ELECCIONES Y RINOCERONTES.

by pablo brito altamira Sunday, Jan. 29, 2006 at 4:04 AM
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Para Celeste, cuando tenga edad de leerlo.

Espectadores, consumidores y víctimas: eso somos la mayor parte de los seres humanos mientras las vedettes del espectáculo y la política juegan con nosotros como con piezas de un ajedrez que no entienden muy bien y que tarde o temprano se les torna adverso. En un sentido, son ellos más pobres y más impotentes que nosotros, en la medida en que la recompensa que buscaban ya la han obtenido, o eso creen.

Su show es cada vez más triste y menos entretenido: recurren a la violencia extrema por falta de imaginación creyendo que así mantendrán las adhesiones fervorosas que necesitan del público. Viven de la taquilla y han hecho de modo que asistir a la función sea obligatorio: si no estás “al día” sobre los “acontecimientos” no eres un digno habitante del planeta.

Esos acontecimientos, sin embargo, son completamente ajenos a los humanos e influyen muy poco en su felicidad o infelicidad, responden muy poco a sus preguntas, generan muy poca satisfacción individual o colectiva.

Que las elecciones aquí o allá las haya ganado un partido u otro no mejora ni empeora mis relaciones de pareja, familiares o amistosas. No me hace mejor ni peor persona, no me acerca ni me aleja más a la sabiduría, no alarga ni acorta mis días...cada uno de nosotros vive en un reducido mundo con un reducido número de intereses y pertenencias materiales o inmateriales, como náufrago en una pequeña isla, mientras allá arriba, en el Olimpo Virtual , los "dioses" simulan amarse, odiarse, hacerse la guerra y cometer sus hazañas y sus fechorías.

Los que colocan su capital ( alma y tiempo son los únicos que tenemos) en los éxitos o fracasos de estos fantoches que dicen re-presentar los intereses de los ciudadanos o los anhelos del “pueblo” hacen una inversión poco rentable en términos vitales: se parecen a los jugadores compulsivos de los casinos, a los llamados “ludópatas” que pierden siempre y siempre pierden más.

El casino es, en efecto, una metáfora en la que nuestro mundo se refleja con bastante nitidez: los dueños son mafiosos, la ilusión dura poco, la alegría es de neón y la casa siempre gana.

Nos han hecho pensar que lo significativo y lo importante es lo que ocurre en lo que llaman “la escena mundial” o “el teatro de operaciones” , los términos teatrales traicionan la mentira oculta pero siempre a la vista de que lo que realmente importa es figurar, que vivir carece de sentido.

Nos afecta más el divorcio de una “star” que el de un vecino, nos conmueve más el guión de la película ganadora del Oscar que las palabras y los gestos de nuestros propios familiares. Lo que sentimos y deseamos no tiene importancia, lo que importa es lo que siente o dice éste o aquel en éste o aquel escenario político o social o cinematográfico. Que una “personalidad” sufra, muera o tenga un hijo es un “evento trascendental” mientras que lo que nos ocurre a nosotros es secundario.

Somos extras de una película escrita por otros y para otros, o al menos así nos ven y quieren que nos veamos.

Yo, como el personaje de Rinocerontes de Ionesco, me niego a colaborar. Declaro solemnemente que mi vida y la vida de los seres humanos de carne y hueso anónimos que no se han convertido ni quieren convertirse en paquidermos, vale más e importa más que todo lo que “ocurre” en los “medios de comunicación” mundiales y globales, que nuestra pequeña gran guerra personal por la vida es una hazaña más grande que la más grande de las hazañas de todos lo napoleones desmejorados que compiten por llenar las pantallas de todo tipo con que sus fábricas invaden nuestras vidas de cada día y su afanes.

El primer diente que se le cae a mi sobrina tiene una trascendencia metafísica, histórica y humana que está a miles de años luz de las miserias globalizadas de los gobernantes de todos los bandos, de las “estrellas” de todos los estrenos, de las cotizaciones de todas las bolsas.

Mi reino – definitivamente- no es de ESE mundo.



Original: CASINOS, ELECCIONES Y RINOCERONTES.