Poética de los Hospitales

by Fernando Buen Abad Domínguez Thursday, Feb. 12, 2004 at 11:03 AM
fbuenabad@caece.edu.ar

Los Hospitales no son como los pintan

Poética del Hospital

Abstract

Hospital, Calidad y Poesía

Pocos conceptos tienen tanta relación y compromiso con la Calidad como el concepto Poesía. Desde la teoría hasta la práctica poesía implica salto cualitativo. Expectativa cierta de lo mejor animada por certezas concretas. La calidad es una exigencia ética que comparte la poesía. Uno espera de la poesía eso que, con fantasía o sin ella, nos acerque al disfrute renovado de la calidad. En las artes o en las ciencias.

Calidad y poesía son términos irreductibles. Contienen dimensiones Inter. Disciplinarias que rebasan los cánones convencionales de sus definiciones respectivas. Aunque para muchas disciplinas el término poesía resulta distante o indiferente (incluso con su diversidad de significados) es imposible sustraerse a su presencia, e influencia, en la mayoría de las actividades humanas. Visible o no, la poesía se reserva un lugar privilegiado en nuestras vidas, unas veces como sinónimo de calidad, otras como su promesa. Unas veces como tensión exigente y otras como oportunidad de encuentro. Y un hospital es territorio privilegiado para semejante tensión y encuentro entre la calidad y la poesía, encadenado, superpuesto o amalgamado. No verlo, saberlo o quererlo puede suponer descuido que pude acabar en negligencia.



Poética del Hospital

Fernando Buen Abad Domínguez

Nada hay en los hospitales que sea distinto al templo. Son a su modo espacios sagrados donde se reconcilian todos los diálogos humanos con la vida o la muerte. Lugar y tiempo de religar que se trasciende a sí mismo con oscilaciones vertiginosas entre el dolor y la creación. Ni más ni menos. Todo hospital es respuesta a la esperanza. Estancia de polaridades resueltas en transito constante sobre abismos. Enfermos, enfermeras y médicos asisten al drama de todas las contradicciones e impotencias de la leyenda que admite al hospital como escenario y protagonista. El hospital es más que edifico. Su carácter de espacio ceremonial sagrado donde se rinde culto a la existencia, trasmuta cuanto objeto y sujeto acude a él para pedir o dar alguna ofrenda. Nada ni nadie es el mismo entre sus muros. Por sencilla o compleja que sea la razón de su presencia, quien acude a un hospital percibe los efluvios arrobadores de cierta mística inefable preñada con fe. Y crea hábitos. Ningún racionalismo funcionalista lo ha explicado.

Un hospital contiene en sus aciones y definiciones las sustancias históricas de toda evolución humana. De ellas nace y a ellas vuelve, ladrillo sobre ladrillo, entregado dialécticamente a la recomposición de todo cuanto soporta la felicidad más genuina de los humanos. Los hospitales se construyen con arquitectura de vida e ingeniería de futuro. Sus principios son el origen. Templos donde la oración más potente se canta sobre los hechos entre dinámicas vertiginosas que no siempre paladean éxitos. Templos de lo definitivo, la totalidad y el desafío puestos a prueba permanente para fecundar cuanto indicio de alivio apetezca a cuerpos y almas. Habrá que expulsar a fuerza de fustes al mercenario que no obedezca esos mandatos. Eso también es salud.En cada hospital se repone la historia entera de los demás. Son lo mismo en sus diferencias. La única verdadera especialidad es el compromiso apasionado. Lo supo Hipocrates; lo sabe la vida. Ni las arremetidas descomunales de la miseria neoliberal y posmoderna es capaz de sofocar la potencia de mandatos irrefutables que sudan sus verdades entre muros de hospitales. Muros espejo, altar e interrogación. Nada puede callar el himno de significados sociales que preñan la propiedad histórica de un hospital y que llaman a cuentas toda práxis. Desde la administración hasta el quirófano. Consérvese en lugar fresco. El olvido es una enfermedad progresiva y mortal.Quien construye hospitales, sin propósitos mesiánicos lavaderos de culpas, sin contratismo ingenieril rentista de privilegios políticos, sin robo organizado farmacológicamente, sin monopolio tecnológico-científico, sin mafias de ineficiencia y sin demagogia gubernamental, participa de una santidad que renueva sus significados en el seno de la sustancialidad colectiva. Los hospitales deben ser para todos, si no, traicionan la hospitalidad de un ser y razón de ser que requiere necesariamente lo colectivo para alimentar su sentido. La salud no es propiedad privada. En un hospital el tiempo- espacio son lo mismo actualizados dialécticamente porque se retrata cuerpo y alma de cuanto somos en dolor, fecundidad, fuerza espiritual, entrega, solidaridad y resignación. La materia edilicia es también rito y liturgia que a su manera fundamenta la razón de sí con luz de futuro. La partida de ajedrez que juegan vida y muerte en el corazón de los hospitales se anima con piezas emocionales tomadas del alma humana desde siempre. Agítense bien antes de usarse. Nadie puede mirar a los hospitales con indiferencia. Entre beneficios y calamidades se parecen tanto a la vida... le deben tanto, que no alcanzaran los años para acotar las potencias de fetiche salvaguarda, conjuro, talismán y templo, refugio provisional o definitivo, donde el destino toma residencia y nos transforma para siempre.

La Imagen del Hospital

Fernando Buen Abad Domínguez

Por invisible que parezca, lo que sustenta al hospital es esa red histórica de tensión emocional tejida dialécticamente entre la vida y la muerte. Ahí surgen la Imágenes más potentes. Muros, techos, trabes, columnas, secciones, instrumentales, medicamentos, departamentos y oficinas, (por su parte también generadores de Imágenes) son anécdotas escénicas donde se verifica el drama técnico-filosófico del conocimiento, la comunicación y la creación. No es poca cosa, es poco lo que se estudia.

Como actores en ese escenario, usuarios, enfermeras, médicos y asistentes administrativos, representan a escala virtudes y vicios del contexto social. Desde lo general hasta lo íntimo. Dolor, esperanza, muerte o rutina cotidianos, devastadores, vertiginosos, reconciliadores y cuestionantes. ¿Con qué filosofía se encaran dese cualquier opinión? Para políticos, profesionales o usuarios esta en cuestión fundamentalmente el amor por la vida. Con todas sus expresiones, técnicas, administrativas, ideológicas y humanísticas. Uno quiere en un hospital la Imagen de “los universales” en cada particular. Si lo deseable es que el hospital retenga enfermos durante el menor tiempo posible, por negocio, productividad, eficiencia, o todo junto, lo que resuelve tal problema está en muchos lugares menos en el hospital. El hospital es una instancia dramática por necesidad y por definición. No puede no serlo. El problema es cómo se entiende y maneja semejante drama. Como tecnócrata, empresario, mesias, superhéroe, burócrata o artista de cine, entre otros arquetipos, mejores o peores.

Cómo se entiende e interpreta el drama (con qué actitudes y aptitudes) dese muy dentro de las emociones e Imágenes prefiguradas por todos, hasta la perspectiva macrosocial en las políticas de salud y su dependencia con modelos económicos dominantes, sus vicios, corrupciones o virtudes. En todos los casos la Imagen del Hospital debe emerger del ser y modo se ser específico de cada hospital. Y tampoco es poca cosa, es poco lo que se investiga.

La Imagen del hospital habita en él mismo, dialécticamente como materia en estado de acto y potencia permanente. Por un lado se puede crear la Imagen, por otro se concensua. La Imagen del hospital habita en él incluso sin que nos percatemos, dice cosas, delata aciertos y fallas, ensayos y errores. Nadie está a salvo aunque no sea capaz de definir qué es una Imagen. No es fachadismo. La Imagen no enmascara. Aunque algunos así lo pretenden. La Imagen de cada hospital atesora verdades en síntesis, que deben ser revisadas con acepcia escrupulosa, sin oportunismos. Lo otro es engaño. Fachadismo publicitario con rentabilidad mercantil o política. La Imagen es mucho más que visión o visualismo. La investigación sobre la Imagen, en sentido general y en sentido específico, debe anteponer un proyecto ético sólido. No existe una Imagen única para un hospital tipo, mejor aun existen muchas Imágenes posibles generadas desde muchos organismos vivos. El punto de convergencia, lo que promedia tales Imágenes está en la salud publica deseada sin utopías ni optimismos cándidos. Un Hospital debe ser instrumentode liberación en su sentido más amplio.

La trama de materias de investigación susceptible de ser aplicada a un hospital tipo, se diseña histórica, diacrónica y sincrónicamente. Comprender marcos teórico metodológicos interdisciplinarios, definiciones afinadas para cada categoría general y particular inscrita en el caso y situación tipo. Se observa el enfoque de usuarios, profesionales y gobiernos. Se atiende a los principio de educación y comunicación para la salud desde un perspectiva que admite lo vertical y lo horizontal. Socializa todos los términos. Descarga interdisciplinariamente proyectos de ejecución sobre medios y modos operativos específicos. Desarrolla un operativo de evaluación, seguimiento y retroalimentación dialécticos. No es poca cosa, es poco el apoyo. Es tal la producción individual y/o colectiva de Imágenes en un hospital, precipitada por las redes de tensiones emocionales, que la sensibilidad aflora en cauces tan peculiares como complejos. No se trata de reprimir las emociones, se trata de entenderlas, conducirlas y expresarlas pertinentemente. Eso es más verdad, más confiable, más curativo. Con esa trama espesa de relaciones humanas, los hospitales que han colapsado sus procesos de conocimiento, comunicación y creación, tienen con la investigación de la Imagen una estrategia, integral, interdisciplinaria y contemporánea para reproponerse y reponerse una Imagen más potente, consolidada científicamente y colectivamente hacia rumbos nuevos de conocimiento, comunicación y creación. Que no es poco... y es urgente. En plena “Civilización de la Imagen”.



Dr. Fernando Buen Abad Domínguez

Vicerrector de la Universidad Abierta en Argentina

www.universidadabierta.edu.mx

Director del Instituto de Investigaciones sobre la Imagen de la Universidad Abierta

Docente de grado y postgrado en materias de Semiótica, Cine, Producción Audiovisual, Periodismo, Radio, Lingüística, Comunicación Profesional Integral, Técnicas en Comunicación, Comunicación Internacional en Universidades en México, Argentina y Estados Unidos.

Colaborador editorialista del suplemento cultural Sábado del diario Uno Más Uno en la ciudad de México. Colaborador del diario La Jornada de México. Colaborador del diario La Capital de Rosario. Colaborador de la revista Quimera, Madrid, España. Colaborador del diario Ambito Financiero, Colaborador del Semanario la Maga de Buenos Aires, Argentina.

Dirige el Proyecto Universidad de la Poesía.

Dirige desde hace 10 años el Laboratorio de Escritura Creativa en México y Argentina.

Ha publicado 17 libros (obra literaria, individual y colectiva) en México y Argentina.

Ha sido Jefe del Departamento de Programas Culturales en XEIPN (canal de televisión del Instituto Politécnico Nacional) en México DF.

Ha escrito y dirigido 19 trabajos audiovisuales y cinematográficos en México, Houston, Nueva York y Argentina.

Desde 1994 es profesor invitado de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, El Instituto Tecnológico de Monterrey y el Centro de Arte y Nuevas Tecnologías en la República Mexicana.

Desde 1999 es profesor invitado de la Universidad de Morón en Argentina.

Miembro del Movimiento Internacional de Documentalistas en Argentina.

Original: Poética de los Hospitales