El Individuo ante la globalización-Según el libro “Diez horas con la globalización&#

by Oscar Sánchez Fernández de la V Wednesday, Apr. 02, 2003 at 7:50 AM
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El Individuo ante la globalización-Según el libro “Diez horas con la globalización”(google

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Globalización e Individuo.

Oscar Sánchez Fernández de la Vega (*)

La globalización, fenómeno objetivo (no depende de nuestra forma de pensar o sentir), multidimensional (se manifiesta en múltiples aspectos), asíncrono (unos aspectos están más desarrollados que otros) y multicéntrico ( no total), ha irrumpido en nuestras vidas en la última década, llegando a conmocionar a toda la sociedad. Resultado de la mundialización de la economía, la eclosión de las nuevas tecnologías, la cobertura planetaria de las comunicaciones

( en especial el fenómeno Internet) y de la importancia que el factor conocimiento adquirió en la esfera tecnoproductiva (en concreto la innovación); está produciendo unas consecuencias que ya están aquí (muerte de la distancia, aceleración del tiempo, desaparición de intermediarios inútiles, cambios en el sistema piramidal de trasmisión de inteligencia en las organizaciones o la aparición de una nueva forma de hacer economía, basada en el conocimiento, sustentada en una organización red y apoyada en las nuevas tecnologías), y otras que se anuncian (creación de entidades supranacionales destinadas a escrutar el proceso global, sociedad civil, constitucionalismo global, gobernabilidad planetaria, paso de la Sociedad de la Información a la Sociedad del Conocimiento Util, etc.).

Todo lo anterior, le está dando al mundo un nuevo rostro que unos se imaginan terminará adquiriendo rasgos humanos, porque consideran que el proceso va a ser positivo para la condición humana, pero otros intuyen que podría llevarnos a un mundo más injusto y desigual.

En cualquier caso la revolución social solo se ha iniciado y sin embargo ya abruma. Decía Thomas Kuhn que existe una revolución social cuando los paradigmas, que nos han servido de referencia están cambiando, cuando las cosmovisiones que han sido referencias paradigmáticas de nuestra forma de ver y entender el mundo se sustituyen por otras. En realidad se perciben fuerzas económicas, sociales yn también personales lo suficientemente poderosas para poder sentir que el proceso global objetivamente es irreversible.

Con certeza nadie sabe lo que nos espera y como afectará todo esto a las relaciones humanas. Es el momento de preguntarse si el incremento exponencial de la información y el conocimiento accesible, unido a una inmensa capacidad de comunicación global, puede llevarnos a una mayor sensibilización ante los problemas comunes, y si todo ese potencial acabará constituyendo una ayuda real a los más desfavorecidos.

Somos nosotros mismos, los que con nuestros proyectos y actuaciones llenamos de contenido el futuro. Por ello tenemos la obligación de constituirnos en atentos escrutadores de este nuevo caos del que deberá salir un nuevo orden que se apoye en valores con raigambre histórica y conocidos por todos y no considere a los valores económicos como únicos y universales. Tal vez va llegando el momento de plantearnos la existencia de un “Estado Universal”, por encima de unos “Estados-Nación”, e incluso de los “Pueblos-Nación”, y de considerar que la única nación que realmente existe es la que constituye el propio individuo, autentica odisea vital interior y exterior, auténtico cosmos, único objetivo válido de cualquier “protección” estatal. Tal vez en esa búsqueda y no en otra se debería convertir la gran aventura de la “globalización”, empleando en ella toda nuestra alegría.

El individuo es lo importante. En el génesis de la filosofía, la democracia, la república está el individuo con su espíritu crítico. El mundo lo hemos inventado los individuos interpretando, manipulando y soñando la realidad. La razón individual hizo posible la convivencia y la convivencia nos sugirió la base democrática que nos permitió ofrecernos unos a otros el estado de derecho en base a unos contratos sociales en los que cedimos razonablemente libertad a cambio de seguridad y que inevitablemente la globalización va a obligar a revisar en un próximo futuro.

Definitivamente hemos de diferenciar el caduco Sistema Social Piramidal (código regulador de las relaciones individuales en una sociedad concreta) en crisis y responsable de un delirante aislamiento personal egocéntrico que frena el inevitable proceso de individualización, del concepto de “Sociedad Humana” o creación espontánea de un mundo de relación para el que estamos biológicamente preparados (el individuo-pleno, que de momento solo vive en nosotros mismos como una posibilidad de futuro, no existirá nunca aislado y desde el punto de vista biológico propende a la cooperación) . Los Sistemas Sociales los creamos nosotros mismos para regular la vida en sociedad y no tienen porque ser eternos

En definitiva, nos surge como última reivindicación global recuperar el Leopoldo Bloon del Ulises de James Joyce, con todos sus derechos y posibilidades en todas las partes del mundo. Por ello en esta línea de futuro, seguro que aún lejano, tendríamos que plantearnos el negociar ante el estado global los derechos de esta verdad metafórica: el individuo nación, con su soberanía personal incorporada, tal vez la única nación que debería existir necesariamente en un mundo realmente evolucionado. En ese momento desaparecerían todos los intermediarios para una nuevas y buenas relaciones humanas, que en definitiva es lo que a todos verdaderamente nos interesa. Una globalización que sitúe en su centro el desarrollo del ser humano.

La gente ya no quiere ser española, pero de nada vale ser “vasco”, “gallego”, “bretón” o ”corso” si no se consigue que a cada individuo le permitan ser el mismo, amparado por todos los Derechos Humanos posibles y universalmente aceptados. Esa sería la “globalización” que a todos nos interesa, Y esto es además perfectamente compatible con mantener creaciones culturales diferenciadas (vascas, gallegas o eslovenas), plenamente defendibles siempre y cuando no sean empleadas como arma arrojadiza contra nadie y sabiendo además que son siempre insuficientes para lograr la identidad de uno mismo.

Creer que nuestra identidad nos la puede proporcionar un territorio, un idioma, nuestras tradiciones y mucho menos una bandera, un himno o una patria es simplificar lo complejo. Con seguridad nuestra “individualidad” está potencialmente en nosotros mismos y todos los derechos deberían de orientarse a que se desarrollase total y libremente.

(*) Autor de “Diez horas con la globalización”,Editorial Netbiblo,(GOOGLE)

Coruña, Marzo 2002.



Original: El Individuo ante la globalización-Según el libro “Diez horas con la globalización&#