Washington revisó sus planes de guerra contra Kabul antes del 11-S

by RITT GOLDSTEIN Friday, Jan. 31, 2003 at 10:26 AM

Desde 2001, se están publicando documentos que justifican el uso de la fuerza militar de EEUU para 'conquistar' recursos energéticos...EL MUNDO (España)

Washington revisó sus planes de guerra contra Kabul antes del 11-S

Desde 2001, se están publicando documentos que justifican el uso de la fuerza militar de EEUU para 'conquistar' recursos energéticos

RITT GOLDSTEIN. Especial para EL MUNDO (España)

ESTOCOLMO.- El titular de prensa rezaba: «Un ayudante de Bush declara: 'Con o sin inspecciones, atacaremos Irak'». Dicho titular se refería a las asombrosas revelaciones de un asistente de Bush, Richard Perle, sobre la agenda de la Administración norteamericana.


Merece la pena recordar que, ya en 1975, el entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, afirmaba que EEUU estaba dispuesto a emprender una guerra por el petróleo. También durante los años 70 se publicarían toda una serie de planes en los que se propugnaba la conquista militar de los campos petrolíferos de Arabia Saudí. Por lo tanto, no nos debe causar ninguna gran sorpresa el hecho de que en mayo de 2001, es decir, cuatro meses antes de que se produjera el 11-S, el Alto Mando Militar de EEUU ya revisaba los planes de guerra contra Afganistán.

Fue el general William Kernan, comandante en jefe del Estado Mayor Conjunto, quien había dejado caer en julio, como por casualidad, estas últimas revelaciones. Y lo hizo en el transcurso de unas declaraciones hechas de forma aparentemente descuidada a France Presse, en las que se vanagloriaba del éxito que habían alcanzado unas maniobras militares denominadas Millenium Challenge.

Sin embargo, y como si estuviera prediciendo el futuro de dichos planes, había sido un experto en seguridad internacional, Michael T. Klare, quien, durante la primavera de 2001, aseguraba que, cada día más, los militares «definían la seguridad de los recursos energéticos como su misión principal». El libro de Klare se titula Guerras por los Recursos y en él se afirma que son precisamente los recursos energéticos el objetivo primordial de EEUU.

Durante un periodo de tiempo que duraría varios meses, y que había comenzado en abril de 2001, se produjo un auténtico aluvión de documentos, tanto militares como de carácter político, y todos ellos publicados con la pretensión de legitimar el uso de la fuerza militar por parte de Estados Unidos en su búsqueda y persecución de petróleo y gas.

Simultáneamente a todo lo anterior, el equipo especializado en energía del vicepresidente Dick Cheney trabajaba denodadamente para poder enfrentarse a la severa crisis por la que estaba comenzando a transitar el sector petrolífero norteamericano. Y a modo de reflejo sombrío de un cambio notable en la estrategia política, el poderoso e influyente Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, según sus siglas en inglés) urgía a que el Departamento de Defensa de Estados Unidos (el DOD) quedara incluido en el grupo energético de Cheney.

Por todo ello, es particularmente digno de mención que antes del 11 de Septiembre, y tal como informaron los medios de comunicación de la India y la Jane's Intelligence Review, Washington ya se encontraba librando batallas encubiertas contra los talibán, bastantes meses antes de que comenzara la Guerra contra el Terror.

Contemplando esto desde la debida perspectiva, se puede apreciar que, si bien la amenaza del terror y el terrorismo son algo real, muchos analistas políticos han encontrado desde hace mucho tiempo una estrecha relación entre dicho fenómeno terrorista y la naturaleza del poderío de Estados Unidos en áreas geográficas globales muy sensibles, basado en cierta clase de acciones norteamericanas muy susceptibles de generar respuestas de carácter terrorista.

Cabe destacar también que, según el diario Los Angeles Times del 27 de octubre, el Pentágono habría apoyado la creación de un nuevo grupo conjunto compuesto por la CIA y los militares cuyo objetivo consistiría en «estimular reacciones», tanto por parte de grupos terroristas como de estados que dispongan de armas de destrucción masiva. Este nuevo grupo, denominado Grupo de Operaciones Proactivas y Preventivas (P2OG, según sus siglas en inglés), tendría como misión «estimular a las células terroristas a entrar en acción» para que, de tal manera, quedaran expuestas a «ataques de repuesta rápida por parte de las fuerzas de Estados Unidos». Empero, las posibles ramificaciones que se puedan derivar del fomento de tales ataques contra objetivos occidentales todavía no están siendo tenidas en cuenta.

Y fue también durante la primavera de 2001 cuando los militares norteamericanos se dedicaron a examinar los posibles escenarios de combate que muy pronto se convertirían en un plan operativo para la Guerra de Afganistán, acontecimientos que ocurrirían fatídicamente tras el detonante en que se convirtieron los atentados del 11 de Septiembre. Sin embargo, aquellos acontecimientos no se produjeron en el vacío.

En efecto, y a modo de sumario del papel que habría de desempeñar el ejército de Estados Unidos poco tiempo después, hacia el verano del año 2000, la Escuela de Guerra del Ejército (la fundición en que se forja el pensamiento estratégico militar de Estados Unidos) publicaba que «la seguridad consiste en algo más que la protección del país contra amenazas externas; la seguridad incluye también la seguridad económica». Esta declaración política apareció en un artículo escrito por el teniente coronel P.H.Liotta.

Liotta es profesor de la asignatura de temas de seguridad nacional en la Escuela Naval de Guerra y es uno de las actuales gurús de la seguridad nacional norteamericana. Es de destacar que su artículo continuaba abogando por el empleo de la fuerza militar «para algo más que una simple protección de la nación y su población frente a los retos tradicionales basados en amenazas». Liotta argumentaba que defensa significa proteger el estilo de vida norteamericano, las circunstancias de la «vida diaria». Una vida diaria que en Estados Unidos se basa en el consumo de gasolina y productos derivados del crudo a precios muy baratos.

Reflejando la estrecha relación existente entre los pronunciamientos de esos gurús que apoyan semejantes políticas y la política real de gobierno de Washington, el propio Liotta escribía en el Journal of Homeland Security que EEUU debía «hacer valer sus derechos frente a todos aquellos que intenten causar perjuicios a nuestros intereses vitales y a nuestra forma de vida». A finales de septiembre, el presidente Bush hacía pública la Estrategia Nacional de Seguridad, concebida para hacer valer los mencionados derechos.

Los meses anteriores al 11-S fueron testigos, además, de un sensible cambio de objetivos por parte de las Fuerzas Armadas de EEUU.En ciertas publicaciones, tanto de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos como de la Escuela de Alto Estado Mayor, ya se había comenzado a argumentar que, cuando se trata de petróleo y gas, «donde quiera que se encuentren los negocios estadounidenses, hasta allí les seguirán los intereses nacionales de EEUU».